Struck

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Struck

Struck (Estados Unidos, 2008)
Dirección: Taron Lexton
Guión: Milena Ferreira
Elenco: Bhodi Elfman; Beth Riesgraf.


Un corto maravilloso, ganador de muchos premios, disponible para ver aquí: Struck, the Film.

La zona del triunfo

La celebración de los premios de la Academia de Artes Cinematográficas, el Oscar, fue como una mala película: predecible, blanda, lenta al principio y apresurada al final.


La sorpresa más grande de los premios Óscar es que no hubo sorpresas. La mayoría de las predicciones se cumplieron. Aun así, el mayor premio de la noche coronó un hito histórico: Kathryn Bigelow se convirtió en la primera mujer en recibir el galardón como Mejor Directora, un campo casi completamente dominado por hombres.

La película de Bigelow, Zona de Miedo, arrasó a la competencia llevándose las estatuillas en cuatro de las categorías artísticas más importantes: Mejor Película, Dirección, Guión Original y Edición. Además, se agenció dos premios en las categorías técnicas de sonido.

Con el presupuesto más alto de la historia, Avatar, la película fantástica de James Cameron es un monstruo de la industria: una obra de gran belleza visual que también se ha convertido en la película más taquillera de todos los tiempos. Entonces, ¿por qué triunfó Zona de Miedo?

Hay dos razones que explican por qué la película de Bigelow imperó sobre Avatar. La primera es matemática: la metodología de votación para la categoría de Mejor Película cambió.

Este año, la Academia elevó a 10 el número de nominados, pero le exigió a los electores que votaran por las 10 películas por medio de un sistema de calificación.

El resultado de este sistema es que gana la película por la que todos los electores votan de manera más consistente, no por la que tiene más seguidores.

Por ejemplo, supongamos que de las 10 películas el 45 por ciento de electores votó por Avatar como la mejor, el 40 por ciento por Zona de Miedo y el resto por Preciosa. Ante este panorama, Zona de Miedo podría haber ganado si acumuló un puntaje mayor como la segunda elección de los que votaron por Avatar y por Preciosa.

La segunda razón para el triunfo de Zona de Miedo es sociológica. Ninguna otra película representa mejor el estado de ánimo de los Estados Unidos, que se encuentra en una difícil encrucijada económica y moral.

El coraje de los personajes del filme ganador, que se mueven y hacen su trabajo con profesionalismo en un mundo incierto y peligroso, es la mejor alegoría de lo que sucede con el alma del norteamericano común y corriente.

Hay una tercera razón, por supuesto: vistas bien las cosas, Zona de Miedo es una gran película. A su lado, Avatar se siente sentimental. Zona de Miedo no hace concesiones de ningún tipo. ¿Quién podría adivinar que la mano dura e implacable que la dirige es la de una mujer?

España perdió en la categoría de Mejor Película Extranjera ante la dura competencia latina, una película de Perú y otra de Argentina. Perú no ganó, pero no desmerece la nominación y eso, por sí solo, es histórico. Argentina se llevó la estatuilla y esto fue un premio para toda Latinoamérica.

Actos predecibles

Todas las predicciones en las categorías de actores y actrices se cumplieron. En el caso de Jeff Bridges, uno de los grandes actores de su generación, la justicia histórica se impuso; su felicidad, casi infantil, era merecida.

Pero qué decir de Sandra Bullock, que recibió el premio con un poco de vergüenza. Un día antes recibió en persona, con inusual valentía, el premio Razzie a la Peor Actriz del año. El suyo es el dilema de la actriz que debe hacer películas muy malas para sobrevivir. Bullock merecía este premio, pero no cambia en nada la percepción que tenemos de ella.

Si el galardón a la Mejor Actriz se hubiese otorgado a Gabby Sidibe, de la desgarradora Preciosa, el mundo del cine habría sido estremecido hasta la médula. Si lo hubiese ganado Carey Mulligan, la nueva estrella de Una Educación, el honor habría sido para la Academia misma al engalanarse con su juventud y su entusiasmo, aunque no tengo ninguna duda de que Mulligan lo ganará en el futuro.

Otro premio predecible pero cuestionable es el de Guión Original otorgado a Mark Boal. Sí, Zona de Miedo es interesante, pero, ¿cuál película contó con los diálogos y las escenas más memorables del año creadas por un escritor? La innegable respuesta: Bastardos sin Gloria.

El premio más cuestionable de la noche fue por el de Mejor Cinematografía que recibió Avatar. ¿Por qué una película creada mayoritariamente por dibujantes en computadoras recibe un premio de fotografía? El Listón Blanco, que cuenta su historia por medio de imágenes inquietantes merecía este premio.

Los inolvidables

De las figuras del cine que fallecieron en el 2009, pocos son tan recordados por la nueva generación de cineastas como John Hughes, cuyas películas centradas en las vidas de adolescentes marcaron a la generación que se formó en las décadas de 1980 y 90.

Por lo tanto, el breve homenaje especial a su carrera fue también una celebración familiar y nostálgica para los profesionales del cine actual. El montaje usual de las estrellas que la industria perdió en el 2009 se llevó a cabo como siempre, pero con una falta imperdonable.

Los organizadores olvidaron incluir a Farah Fawcett, la más famosa de las originales Ángeles de Charlie; una modelo que embelleció con su amplia sonrisa y sus exuberantes flecos rubios los dormitorios de millones de adolescentes en la década de 1970.

Farah Fawcett no sólo fue una cara bonita. Eventualmente se convirtió en una gran actriz que asumió papeles difíciles en el cine y la televisión. Pasados los 60 años, realizó un desnudo de cuerpo entero ante cientos de paseantes de un centro comercial, para una película de Robert Altman, y aún era una belleza impresionante.


Originalmente publicada en El Diario de Hoy, el martes 9 de marzo de 2010, San Salvador.

© 2010, Jorge Ávalos.

El Oscar 2010: las mejores películas del año


Diez para recordar



Estos son mis apuntes críticos sobre las diez películas nominadas al premio de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas como mejor película del año, tal y como fueron publicadas en El Diario de Hoy entre el 25 de febrero y el 6 de marzo. Mi predicción como mejor película del año fue a favor de la que eventualmente ganó el premio: The Hurt Locker, intitulada Zona del miedo en El Salvador, Tierra hostil en España, y que yo prefiero llamar El candado del dolor.

Este año adiviné los premios en todas las grandes categorías, excepto una: mejor fotografía. En algunos casos creo que los premios habrían sido más interesantes o más justos si hubiesen concedido la estatuilla a otros nominados. Por ejemplo, todos sabíamos que Sandra Bullock iba a ganar el premio a la mejor actriz del año, pero ¿no habría sido más interesante que Gabby Sidibe lo hubiese ganado? Por otro lado, mi favorita para este premio no era ninguna de ellas, sino Carey Mulligan por su extraordinaria interpretación en Una educación. Otra categoría en la que el premio podría haber sido más justo es en la de guión original para cine. Consideremos esto: ¿qué película tiene las escenas más intensas acompañadas de los diálogos más memorables? Respuesta: Inglorious Basterds. Regresando al tema de la fotografía, este fue un premio otorgado a la película equivocada; Avatar no lo merece porque la mayor parte de sus imágenes fueron creadas por medio de programas de arte digital, de hecho, Avatar podría muy bien haber sido nominada como mejor película animada.


District 9: Escape de la tierra

Distrito 9 es algo radicalmente distinto: ciencia ficción realista. En lugar de proyectarse hacia el futuro, se apropia de los elementos clásicos del género y los usa para examinar aspectos oscuros de la naturaleza humana. Distrito 9 combina un estilo documental, reflexivo y mordaz, con dramáticas escenas de acción.

La historia se ubica en Suráfrica por una buena razón: durante el régimen del Apartheid, cuando la minoría blanca tenía todo el control político y económico de una de las regiones más ricas del mundo, existió, en medio de Ciudad del Cabo, un Distrito 6 en el que vivían 60 mil pobladores africanos. En 1996, una orden gubernamental declaró el área “sólo para blancos”, obligando a sus habitantes a emigrar a una zona desértica a 25 kilómetros de distancia.

Distrito 9 le da un giro satírico a esta historia: los pobladores son una colonia de alienígenas cuya nave encalló en la tierra. A pesar de que parecen insectos y les encanta la comida de gato, dos alienígenas, el navegante de la nave Christopher y su pequeño hijo, se ganan nuestra simpatía y forjan una alianza con un burócrata oportunista. Esta relación, al parecer, definirá el curso de la raza humana.

A pesar de numerosas referencias a clásicos como La mosca (la versión de David Cronenberg), Robocop o ET, estamos ante una obra original e impredecible. Considerando la competencia, Distrito 9 no ganará el Oscar a la mejor película del año: su premio es la nominación, un espaldarazo a la visión innovadora de su creador, Neill Blomkamp.


Up in the air: En el aire

De las películas nominadas al Oscar como la mejor del año, Up in the Air parece ser la más ajena a nuestra realidad. Es la historia de un hombre que se dedica a despedir empleados de empresas afectadas por la crisis económica en los Estados Unidos. Pero no nos equivoquemos: este es uno de los dramas más relevantes del año.

Up in the Air significa dos cosas: su traducción más fiel es “estar en las alturas”; su sentido metafórico es “estar en nada”. Ryan Bingham, interpretado por George Clooney, encarna ambos sentidos de esta frase. En el transcurso de la acción, Bingham se convierte en la séptima persona en el mundo que acumula diez millones de millas como viajero frecuente. Esta condición de constante movimiento significa que en su vida no hay lugar ni para el amor ni para la familia.

Las mujeres que rodean a Bingham, sin embargo, lo obligan a reconsiderar su vida: sus hermanas le exigen apoyo; una joven ambiciosa en su empresa desafía su posición laboral; y una atractiva viajante lo hace anhelar el amor. Un profesional seguro de sí mismo se convierte en uno emocionalmente confundido. La ironía es que esto es positivo: para encontrar una salida, un hombre debe saber primero que está perdido.


Up: Una aventura de altura

Cuando los mejores críticos de cine en los Estados Unidos hicieron sus listas de las diez mejores películas de 2009, la mayoría prefirió no incluir Up, una producción de dibujos animados de los estudios Pixar. Estos críticos se equivocaron: Up es un pequeño milagro del cine, y merece el puesto que el Oscar le ofrece al incluirla entre las nominadas a la mejor del año.

Sus méritos son muchos, comenzando por el diseño y el arte de producción, que incluye la creación en dibujos animados de una gran urbe y de la selva amazónica; del cálido espacio cotidiano de un hogar de mitad del siglo XX y del vasto y complejo interior de una nave fantástica del siglo XIX; de personajes humanos inolvidables y de una fauna exótica y colorida.

La historia de Up es enteramente original, divertida e impredecible: un viejo solitario y cascarrabias llamado Carl, encumbra su casa con miles de globos inflados con helio en un viaje a la selva amazónica; accidentalmente, un entusiasta niño explorador llamado Russell lo acompaña. Sólo la primera parte, en la que se expone, sin palabras, la vida amorosa de Carl y que culmina con la muerte de su esposa vale el precio de la entrada.

Sí, hay muerte y peligro de muerte en esta película para niños, que también explora las emociones vinculadas a la orfandad y la soledad de niños y ancianos. ¿Triste? ¡No! ¿Por qué? Porque la vida es una aventura, y porque nuestra torpeza humana al momento de vivirla es infinitamente divertida.


An education: Auténtica y adorable

Entre la reñida competencia de las películas nominadas al Oscar como la mejor del año, Una educación ocupa un lugar especial: su distinción consiste en ser una producción de corte clásico. No contiene escenas de acción ni de fantasía. Tampoco recurre a una paleta de efectos especiales ni a un despliegue de innovaciones de estilo.

Como en las mejores películas de la década de 1960, esta es una buena historia (de Lynn Barber), narrada impecablemente por un excelente guionista (Nick Hornby) y dirigida con elegancia por Lone Scherfig. Más importante aún, esta película ostenta una actuación inmortal. Aún no has oído hablar de ella y nunca antes la has visto en otra película, pero su adorable personalidad y su radiante belleza ha sido capturada para siempre en una cinta de celuloide de 35 milímetros: su nombre es Carey Mulligan.

Sin la joven y novata actriz británica que interpreta el papel protagónico de Jenny, esta película habría pasado inadvertida. En el fondo, este es un romance triste, y quizás, incluso, oscuro. Una educación es sobre la seducción de una joven de 16 años por un hombre distinguido y carismático que podría ser su padre.

Pero no hay que temer: la relación de la joven con el hombre no es tan importante como el despertar de la joven a las posibilidades que le ofrece la vida. Y al interpretar esa historia secreta de amor, Mulligan nos deslumbra. Esta es una obra genial sobre el camino a una sensata madurez, pero marca también el nacimiento de una estrella.


The Blind Side: Lo que ves es lo que es

La pregunta más frecuente que se me ha hecho sobre The Blind Side es: ¿Existen personas así, como la que interpreta Sandra Bullock? Y la respuesta es sí. Es increíble, pero cierto. El cinismo, la mezquindad y el racismo también prosperan en los Estados Unidos, por supuesto, pero las buenas conciencias tienden a imponerse.

Ese personaje increíble es Leigh Ann Tuohy, una mujer profesional, inteligente, muy atractiva, de valores muy conservadores y que, llevada por sentimientos de compasión, alberga en su hogar, y eventualmente adopta a Michael Oher, un joven indigente que atiende la misma escuela cristiana en la que estudian sus dos hijos.

Hay que mencionar también, porque esto es importante, que Leigh es blanca y de alta clase social, y que Michael es afroamericano, hijo de una mujer drogadicta. Pero él está destinado a convertirse en una estrella del fútbol americano. Ahora bien, ¿acaso no es posible que Leigh haya adoptado a Michael por su talento? ¿No por compasión, sino como una inversión a largo plazo?

The Blind Side cuenta una historia real y lo hace muy bien, sin estereotipos ni clichés. Pero al concentrar toda su fuerza en la magistral actuación de Bullock, la mejor de su carrera, le niega al joven Michael, el lugar que merece en esta historia. Aun si aceptamos que sin ella él no sería una estrella del deporte, también tenemos que admitir que sin él ella no sería la madre de un héroe. En este caso, Bullock merece un Oscar, no la película.


Inglourious Basterds: Los nazis también lloran

La nominación de Inglourious Basterds como mejor película del año era inevitable: los valores estéticos de esta nueva obra maestra de Quentin Tarantino son innegables. Pero una estela de críticas rodea también esta producción sobre un comando especial de soldados judíos dedicados a sembrar el terror entre los nazis.

Esas críticas se centran en el supuesto revisionismo histórico de Tarantino. En la visión delirante del poeta maldito del nuevo cine estadounidense, la Segunda Guerra Mundial llega a su fin no con la derrota militar de la Alemania nazi, sino con una venganza infernal e implacable en una sala de cine.

Tarantino no ha escrito y dirigido una obra sobre la guerra ni sobre los nazis ni sobre la búsqueda de la reivindicación de los judíos aunque todo esto está hábilmente entrelazado en su historia. En realidad, Inglourious Basterds es la celebración de un tipo de cine popular que dominó las pantallas de los teatros durante la década de 1970. Ante todo, Basterds es una glorificación de cierta manera de ver y sentir el cine.

Cada imagen, cada secuencia, cada sonido en esta película tiene el don de exaltar los sentidos. El famosísimo primer episodio en la que aparece por primera vez Christopher Waltz como el coronel Hans Landa, arraiga la acción no en La Historia sino en un sentido exaltado de la realidad construido por completo con el lenguaje del cine. Esta es una película que no necesita un Oscar para cubrirse de gloria.


A serious man: Una belleza americana

Cada película que los hermanos Ethan y Joel Coen escriben y producen es una incursión en un género distinto. Aún así, todas tienen algo en común: una fastidiosa perfección. Un hombre serio no es la excepción a esta regla.

El sello del estilo Coen consiste en desafiar las expectativas del público con una transgresión narrativa y cargarla de humor negro. Fargo es un drama policial, pero la policía en cuestión era una mujer rondando los nueve meses de embarazo. Sin lugar para los débiles es una película de “cacería humana” pero el cazador era el asesino y el perseguido no era ningún inocente.

En el caso específico de Un hombre serio los Coen están satirizando la tragicomedia suburbana. Esta es la versión Coen de American Beauty, excepto que la familia en cuestión es judía y el padre es un buen hombre brutalmente atacado por el innombrable todopoderoso. Es decir, esta es una adaptación actualizada de El libro de Job.

Para un cristiano El libro de Job es un poema dramático. Para un judío el sufrimiento de Job es la piedra de toque de un sentido de humor milenario que comprende que una extraña cadena de errores y malentendidos es divertida si le sucede a otra persona.

Con cada cosa que le pasa, Larry Gopnik se pregunta, ¿por qué a mí? Mientras más peligroso se torna su destino, más cómico es para nosotros. Un hombre serio es demasiado excéntrica para ganar el Oscar a la mejor del año, pero es una belleza.


Precious: Toda vida es preciosa

Precious demuestra porqué el valor artístico de una película reside en cómo ha sido hecha, no sólo en su argumento. Esto no tiene nada que ver con la antigua riña entre contenido y forma sino con el concepto de visión. Precious es una obra de arte visionaria.

En el sentido realista, esta es la historia de una joven afroamericana de 16 años, preñada por segunda vez por su propio padre, física y emocionalmente abusada por su madre, que además tiene que soportar las burlas que sus compañeros de escuela le dirigen porque es obesa. Y todo esto sucede en Harlem, Nueva York, en 1987, cuando la adicción al “crack” (cocaína en piedra) hundió al barrio en un estado de miseria.

Pero Precious también rebosa del tipo de realismo mágico que hizo de la ya clásica película francesa Amelie un éxito internacional. Por ello, en un sentido más elemental, esta es una obra sobre la victoria del espíritu humano. Cuando todo parece perdido, Precious descubre quién es, recobra su dignidad y comparte su historia en sus propias palabras.

Precious cuenta con actuaciones magistrales de todo su elenco, incluso de varias estrellas de la música pop: Mariah Carey, Lenny Kravits y Mo’Nique, aterradora como la madre abusiva. Pero es la relación entre Precious y la señorita Rain, interpretadas por Gabourey Sibide y Paula Patton, la que nos rompe el corazón. Lo admito, al final lloré como un niño. Gracias, Precious, yo también te amo.


The Hurt Locker: El candado del dolor

The Hurt Locker es una película sobre la adicción a la guerra. El título significa “la caja fuerte del dolor”, un concepto muy alejado de los títulos que se le han dado en español: La zona del miedo; o Tierra hostil. El título en inglés indica que las personas podemos ponerle un candado a nuestras emociones.

Esta película es una paradoja. En cierto sentido es muy superficial: con una mirada impasible nos muestra el comportamiento de un grupo de soldados que se dedican a desactivar bombas, la situación más extrema en una condición humana de por sí extrema.

La directora, Kathryn Bigelow, no nos ofrece un panorama histórico o un contexto político. Tampoco nos dice si está a favor o en contra de la guerra. Al examinar con tanta atención el trabajo de un desactivador de explosivos y de su equipo de apoyo, The Hurt Locker parece ser una celebración del coraje y el profesionalismo del ejército de los Estados Unidos durante la ocupación en Irak.

Pero una vez que notamos que el éxito de esta gran operación militar depende del rechazo del soldado a su humanidad, y del cumplimiento ciego de inexplicables órdenes de un alto mando invisible, nuestra visión sobre esta guerra adquiere otro cariz.

Si hay una zona del miedo para el sargento William James, el desactivador de explosivos, es la de una vida sin emociones extremas. The Hurt Locker se impone como la más seria competencia para ganar el Oscar como la mejor película del año.


Avatar: Paraíso recobrado

Avatar es el mayor contendiente al Oscar como mejor película del año. Ninguna objeción crítica puede negar que la última creación de James Cameron es un hito en la historia del cine. Al afirmar esto, no me refiero a los aspectos industriales ni mercadológicos: sabemos que ésta es la película más cara y la más taquillera de la historia, pero esto no cuenta si la apreciamos como obra de arte.

Avatar es un hito porque es el punto culminante de un proceso de experimentación técnica que sincretiza todas las tecnologías del arte cinematográfico. La animación de modelos mecánicos se combina con animación digital y nos ofrece personajes fantásticos enteramente realizados y completamente verosímiles.

Las escenografías y locaciones reales de Avatar, que por sí mismas darían lugar a una aventura humana interesante, se sienten relativamente banales en contraste con el mundo mítico del planeta Pandora. Como creación artística, esta obra nos afronta a la posibilidad de un cine sin lugar para actores de carne y hueso. Este podría ser el comienzo de un ámbito de invención visual y narrativa sin límites.

La mayor debilidad de Avatar no es argumental, como algunos críticos suponen. La historia es sustancial y relevante, y está sólidamente estructurada; los personajes son complejos y las situaciones exigen de ellos cambios profundos y grandes sacrificios. Su problema radica en el grave desequilibrio entre su naturaleza épica y sus dos minúsculos enemigos: un empresario sin escrúpulos y un soldado mercenario. Aun así, Avatar es una obra maestra.


Estas notas críticas se publicaron originalmente en El Diario de Hoy, San Salvador, entre el 25 de febrero y el 6 de marzo de 2010.

© 2010, Jorge Ávalos.

Los premios Oscar 2010

Lista completa de las nominaciones y los Premios de la Academia de Artes Cinematográficas de los Estados Unidos (los premios Oscar), anunciada el 2 de febrero de 2010. La gala de premiación tuvo lugar este domingo 7 de marzo. Los ganadores aparecen identificados en rojo.

Mejor película
"Avatar"
"The Blind Side"
"District 9"
"An Education"
"The Hurt Locker"
"Inglourious Basterds"
"Precious: Based on the Novel ‘Push' by Sapphire"
"A Serious Man"
"Up"
"Up in the Air"

Mejor dirección
"Avatar," James Cameron
"The Hurt Locker," Kathryn Bigelow
"Inglourious Basterds," Quentin Tarantino
"Precious: Based on the Novel ‘Push' by Sapphire," Lee Daniels
"Up in the Air," Jason Reitman

Actor en un papel protagónico
Jeff Bridges, "Crazy Heart”
George Clooney, "Up in the Air”
Colin Firth, "A Single Man”
Morgan Freeman, "Invictus”
Jeremy Renner, "The Hurt Locker”

Actriz en un papel protagónico
Sandra Bullock, "The Blind Side”
Helen Mirren, "The Last Station”
Carey Mulligan, "An Education”
Gabourey Sidibe, "Precious: Based on the Novel ‘Push' by Sapphire”
Meryl Streep, "Julie & Julia”

Actor en un papel de reparto
Matt Damon, "Invictus”
Woody Harrelson, "The Messenger”
Christopher Plummer, "The Last Station”
Stanley Tucci, "The Lovely Bones”
Christoph Waltz, "Inglourious Basterds”

Actriz en un papel de reparto
Penelope Cruz, "Nine”
Vera Farmiga, "Up in the Air”
Maggie Gyllenhaal, "Crazy Heart”
Anna Kendrick, "Up in the Air”
Mo'Nique, "Precious: Based on the Novel ‘Push' by Sapphire”

Dramaturgia (guión adaptado de otro medio)
"District 9," escrito por Neill Blomkamp y Terri Tatchell
"An Education," escrito by Nick Hornby
"In the Loop," escrito por Jesse Armstrong, Simon Blackwell, Armando Iannucci y Tony Roche
"Precious: Based on the Novel ‘Push' by Sapphire," escrito por Geoffrey Fletcher
"Up in the Air," escrito por Jason Reitman y Sheldon Turner

Dramaturgia (guión original)
"The Hurt Locker," escrito por Mark Boal
"Inglourious Basterds” escrito por Quentin Tarantino
"The Messenger," escrito Alessandro Camon & Oren Moverman
"A Serious Man," escrito por Joel Coen & Ethan Coen
"Up," escrito por Bob Peterson, Pete Docter, historia de Pete Docter, Bob Peterson y Tom McCarthy

Mejor película de animación
"Coraline"
"Fantastic Mr. Fox"
"The Princess and the Frog"
"The Secret of Kells"
"Up"

Dirección artística
"Avatar," Dirección de arte: Rick Carter and Robert Stromberg; escenografía: Kim Sinclair
"The Imaginarium of Doctor Parnassus," Dirección de arte: Dave Warren and Anastasia Masaro; escenografía: Caroline Smith
"Nine," Dirección de arte: John Myhre; escenografía: Gordon Sim
"Sherlock Holmes," Dirección de arte: Sarah Greenwood; escenografía: Katie Spencer
"The Young Victoria," Dirección de arte: Patrice Vermette; escenografía: Maggie Gray

Cinematografía
"Avatar," Mauro Fiore
"Harry Potter and the Half-Blood Prince," Bruno Delbonnel
"The Hurt Locker," Barry Ackroyd
"Inglourious Basterds," Robert Richardson
"The White Ribbon," Christian Berger

Diseño de vestuario
"Bright Star," Janet Patterson
"Coco Before Chanel," Catherine Leterrier
"The Imaginarium of Doctor Parnassus," Monique Prudhomme
"Nine," Colleen Atwood
"The Young Victoria," Sandy Powell

Documental (largometraje)
"Burma VJ”
"The Cove"
"Food, Inc."
"The Most Dangerous Man in America: Daniel Ellsberg and the Pentagon Papers”
"Which Way Home”

Documental (corto)
"China's Unnatural Disaster: The Tears of Sichuan Province”
"The Last Campaign of Governor Booth Gardner”
"The Last Truck: Closing of a GM Plant”
"Music by Prudence”
"Rabbit à la Berlin”

Edición
"Avatar," Stephen Rivkin, John Refoua y James Cameron
"District 9," Julian Clarke
"The Hurt Locker," Bob Murawski y Chris Innis
"Inglourious Basterds," Sally Menke
"Precious: Based on the Novel ‘Push' by Sapphire," Joe Klotz

Largometraje en un idioma foráneo
"Ajami," Israel
"El Secreto de Sus Ojos," Argentina
"The Milk of Sorrow," Peru
"Un Prophète," France
"The White Ribbon," Germany

Maquillaje
"Il Divo," Aldo Signoretti y Vittorio Sodano
"Star Trek," Barney Burman, Mindy Hall y Joel Harlow
"The Young Victoria," Jon Henry Gordon y Jenny Shircore

Música (original)
"Avatar," James Horner
"Fantastic Mr. Fox," Alexandre Desplat
"The Hurt Locker," Marco Beltrami y Buck Sanders
"Sherlock Holmes," Hans Zimmer
"Up," Michael Giacchino

Música (canción original)
"Almost There” from "The Princess and the Frog” Música y letra de Randy Newman
"Down in New Orleans” from "The Princess and the Frog” Música y letra de Randy Newman
"Loin de Paname” from "Paris 36” Música por Reinhardt Wagner; letras por Frank Thomas
"Take It All” from "Nine” Música y letras de Maury Yeston
"The Weary Kind (Tema de Crazy Heart)” de "Crazy Heart” Música y letra de Ryan Bingham y T Bone Burnett

Corto animado
"French Roast” Fabrice O. Joubert
"Granny O'Grimm's Sleeping Beauty” Nicky Phelan y Darragh O'Connell
"The Lady and the Reaper (La Dama y la Muerte)” Javier Recio Gracia
"Logorama” Nicolas Schmerkin
"A Matter of Loaf and Death” Nick Park

Cortometraje
"The Door," Juanita Wilson y James Flynn
"Instead of Abracadabra," Patrik Eklund y Mathias Fjellström
"Kavi," Gregg Helvey
"Miracle Fish," Luke Doolan y Drew Bailey
"The New Tenants," Joachim Back y Tivi Magnusson

Edición de sonido
"Avatar," Christopher Boyes y Gwendolyn Yates Whittle
"The Hurt Locker," Paul N.J. Ottosson
"Inglourious Basterds," Wylie Stateman
"Star Trek," Mark Stoeckinger y Alan Rankin
"Up," Michael Silvers y Tom Myers

Mezcla de sonido
"Avatar," Christopher Boyes, Gary Summers, Andy Nelson y Tony Johnson
"The Hurt Locker," Paul N.J. Ottosson y Ray Beckett
"Inglourious Basterds," Michael Minkler, Tony Lamberti y Mark Ulano
"Star Trek," Anna Behlmer, Andy Nelson y Peter J. Devlin
"Transformers: Revenge of the Fallen," Greg P. Russell, Gary Summers y Geoffrey Patterson

Efectos especiales
"Avatar," Joe Letteri, Stephen Rosenbaum, Richard Baneham y Andrew R. Jones
"District 9," Dan Kaufman, Peter Muyzers, Robert Habros y Matt Aitken
"Star Trek," Roger Guyett, Russell Earl, Paul Kavanagh y Burt Dalton


© 2010, Jorge Ávalos.

Imágenes prohibidas

Este corto reúne una colección de imágenes censuradas de películas del cine mudo. Encontradas en una lata en un viejo teatro de Pennsylvania, estos trozos de cinta de nitrato de 35 mm fueron recortados por los técnicos de proyección para atenerse a las exigencias morales de la comunidad. Realizado por CineGraphic Studios y presentado en el Festival de Cine de 72 horas de Frederick, Maryland. “Forbidden Images”, 2007, 4:36.

Mis películas favoritas

Las favoritas. Todos tenemos algunas. ¿Qué dicen de nosotros nuestras preferencias y nuestros gustos? Si nuestra identidad cultural, en el sentido más amplio, está en aquello con lo que nos identificamos, entonces una lista de lo que nos gusta, de todo aquello que consideramos un tesoro en nuestra memoria, es un indicio autobiográfico y, tal vez, en el caso de un crítico de cine, un simple acto de honestidad.

He aquí una lista con diez de mis películas favoritas:

  • Andrei Rublei de Andrei Tarkovski, 1966.
  • El espíritu de la colmena de Víctor Erice, 1973.
  • Los olvidados de Luis Buñuel, 1950.
  • Sombras de nuestros olvidados ancestros de Sergei Parajanov, 1964.
  • La pasión de Juana de Arco de Carl Theodor Dreyer, 1928.
  • La noche del cazador de Charles Laughton, 1955.
  • Adiós mi concubina de Chen Kaige, 1993.
  • Los siete samurai de Akira Kurosawa, 1954.
  • M de Fritz Lang, 1931.
  • La novia de Frankenstein, Todd Browning, 1935.


© 2009, Jorge Ávalos.

Æon Flux

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El lado oscuro de la perfección

Æon Flux o Aeon Flux (2005)
Dirección: Karyn Kusama
Guión: Phil Hay y Matt Manfredi
Basada en los personajes creados por: Peter Chung
Fotografía: Stuart Dryburgh
Edición: Jeff Gullo, Peter Honess, Plummy Tucker
Música de: Grame Revell
Elenco: Charlize Theron como Æon Flux; Marton Csokas como Trevor Goodchild; Jonny Lee Miller como Oren Goodchild; Sophie Okonedo como Sithandra; Frances McDormand como Handler; Pete Postlethwaite como Keeper; Amelia Warner como Una Flux.


La norma de calidad de las películas de ficción científica se ha reducido paulatinamente a una sola: estilo. Y si hay algo que no se le puede reprochar a Æon Flux es su elevada y consistente elegancia visual.

Los fanáticos de las historias de anticipación del futuro saben que debo estar equivocado. Películas tan variadas como Matrix, Solaris o La isla, e incluso comedias como Hombres de negro además de todas las incursiones en el género realizadas por Steven Spielberg califican muy alto en la escala de un cine que combina con naturalidad las ideas y la acción. Pero parece que el gran público ha dejado de notar la diferencia: un conjunto de secuencias de acción apoyadas por efectos visuales sorprendentes es tan deseable, o quizás más, que una obra maestra del género, tal y como, debatiblemente, podrían serlo A.I. (Inteligencia artificial) o Sentencia previa, de Spielberg.

Pero Æon Flux es fascinante por una sola razón: Charlize Theron habita su personaje con una convicción arrolladora. Su belleza y su talento son indiscutibles. En cierto sentido, esta película es útil porque demuestra hasta qué punto Charlize es un tipo de actriz que encarna a sus personajes. Como en Monstruo, en la que interpretó a una asesina reincidente, aquí también su cuerpo es primordial: no hay margen de duda de que es ella quien salta, gira y golpea. Hay acercamientos a sus ojos, a su rostro y a su piel que se perciben como aspectos de su actuación. Hay escenas enteras en que lo único que ella hace es caminar a través de un corredor, una calle o una habitación, y sin embargo, contenemos el aliento como si se tratase de un momento clave, cuando en realidad su única intención, para citar un ejemplo, es servirse una taza de café. La película inicia con un acercamiento a su ojo derecho: con sus párpados atrapa una mosca. Nada más fantástico, pero se trata de una lúcida metáfora: fija la idea de una mujer que tiene un control absoluto sobre su cuerpo.

Dirigida por Karyn Kusama para MTV Films, Æon Flux está inspirada en la serie de dibujos animados creados por el artista Peter Chung. Nunca fui un fanático de la serie, pero debo decir que admiro su espíritu experimental, tan raro en la televisión. La adaptación de Kusama, a partir del guión de Phil Hay y Matt Manfredi, crea un mundo visual comparable al de Chung, pero hace dos cambios substanciales: por un lado, prescinde de la sexualidad y violencia visceral del original; y por otro, introduce un mejor arco narrativo y, como una consecuencia de ello, personajes mejor delineados. Dicho esto, es una lástima que no haya un sitio en el cine para las bizarras inclinaciones de Chung. ¿Qué habría hecho David Lynch con el mismo material?

La historia, que toma lugar en el año 2415 es original hasta cierto punto, pero desemboca en una serie de clichés. En el año 2011 un virus mata al 99% de la población. Trevor Goodchild, un científico, desarrolla una cura y los 5 millones de sobrevivientes viven en Bregna, la última ciudad sobre la tierra. La dinastía de Goodchild dura 400 años, un período de evidentes avances científicos y materiales. Pero bajo el barniz de la perfección social hay historias alarmantes que revelan un lado oscuro: se trata de un estado policial en el que ocurren capturas y asesinatos de ciudadanos inocentes; y hay fisuras en el equilibrio mental de la población, pesadillas o memorias ajenas que atormentan a muchos. En ese contexto, surge un grupo de rebeldes clandestinos, los Monicanos, quienes luchan “en el nombre de los desaparecidos”.

Es interesante que la intriga de Æon Flux sea primordialmente política, y con elementos sustraídos de la realidad latinoamericana. Su protagonista es, en esencia, una guerrillera urbana. La primera misión de Æon es cegar al estado, saboteando el sistema central de vigilancia. Esto da una oportunidad para conocer el tipo de tecnología que se usa en Bregna. No hay monitores de televisión, por ejemplo; en cambio, se visualizan imágenes en el agua. Todo es orgánico. Las armas de seguridad son plantas. La comunicación clandestina se da por medio de un beso húmedo durante el cual se intercambia una cápsula que conecta el cerebro de Æon directamente al de Handler (Frances McDormand), la líder de la célula rebelde.

“Yo tenía una familia. Tenía una vida. Ahora sólo tengo una misión”, se lamenta Æon después de perder a su hermana. Por eso acepta con gozo la oportunidad de asesinar al máximo líder Goodchild. Con la ayuda de Sithandra, un personaje con manos implantadas donde deberían estar sus pies (interpretada por Sophie Okonedo, una de las más versátiles actrices inglesas de ahora) Æon penetra los más altos estadios de seguridad, y llega al punto de tener el cañón de su arma a un metro de Goodchild. Pero no le dispara. A partir de este momento la historia toma matices inesperados que la hacen una mejor película, pero que no la redimen por completo, porque jamás abandona su nivel primario de entretenimiento, sustentado por largas escenas de artes marciales y de tiroteos.

La película es visualmente bella, sin embargo, y gran parte de esa belleza proviene de la arquitectura visionaria de sus escenarios. Ésta no fue creada en un estudio. Todos estos edificios y estructuras existen en Berlín, una ciudad una vez dividida y que ostenta, en sus construcciones, algo del sueño histórico del ser humano por idear los espacios del futuro.

Del resto del elenco, Amelia Warner como Una Flux, la hermana de Æon, provee una nota de calidez humana, aunque quizás sólo Pete Poslethwaite en el papel de Keeper, tenga las escenas más memorables, y por razones de estilo más que por otra razón. Los demás actores, Marton Csokas como Trevor Goodchild, Jonny Lee Miller como Oren Goodchild y Paterson Joseph como Giroux son tan acartonados como sus versiones en los dibujos animados, pero esta vez debido a un guión que los ha reducido a una sola dimensión.

La película cuenta con pormenores absurdos. Sólo los rebeldes clandestinos se visten de negro, por ejemplo. Durante una misión nocturna, en lugar de usar camuflaje, Æon se viste de blanco. Pero estos son detalles. Lo más serio es que la historia contiene una falla que desafía la lógica misma de su misterio: si las personas están siendo clonadas de generación en generación, no deberían haber, en un momento dado, hasta tres versiones de una misma persona. Y en una ciudad con sólo cinco millones de habitantes, ¿cómo es posible que nadie se haya dado cuenta de esto a lo largo de 400 años? Al menos la película adopta una postura moral ante el tema de la clonación, tomando en consideración la relación del ser humano con la naturaleza. Esta preocupación moral denota una actitud que sí es muy rara en Hollywood, donde las ideas complejas son la principal especie en peligro de extinción.



Originalmente publicada en El Faro, San Salvador, 2005.

© 2009, Jorge Ávalos.

G. I. Joe: el origen de Cobra

Soldaditos de plástico


G. I. Joe: el origen de Cobra o G.I. Joe: the Rise of Cobra
(2009, 118 minutos)
Dirección: Sthephen Sommers
Guión: Stuart Beattie, David Elliot and Paul Lovett
Basada en los muñecos creados por: Hasbro
Fotografía: Mitchell Amundsen
Edición: Bob Ducsay, Jim May
Música de: Alan Silvestri
Elenco: Christopher Eccleston como McCullen; Adewale Akinnuoye-Agbaje como Heavy Duty; Joseph Gordon-Levitt como El Doctor/Rex; Marlon Wayans como Ripcord; Rachel Nichols como Scarlett; Dennis Quaid como el General Hawk; Sienna Miller como Ana/Baronesa; Jonathan Pryce como el Presidente de los Estados Unidos.


Cuando en una película se ataca y destruye un monumento mundialmente famoso, la Torre Eiffel por ejemplo, sin ninguna razón aparte de que sería genial ver cómo se derrumba, seguramente estás en las manos de un productor ignorante.

Si en la misma película, los héroes son soldados, personas cuya profesión es proteger a la ciudadanía, pero son soldados que no tienen ningún problema con causar un caos criminal en las calles de una ciudad, destruyendo automóviles y edificios y poniendo en peligro a cientos, quizás miles de civiles inocentes, entonces estás en las manos de un director de cine insensible.

Y si además, en esa misma película los héroes deciden atacar una base submarina disparando al hielo de la capa polar del Ártico para que el hielo se haga pedazos y se hunda, a pesar de que el hielo flota, como lo puedes probar en tu casa si hechas un par de hielos en un vaso de agua o como lo ha probado tan bien la naturaleza a lo largo de cientos de millones de años con una enorme capa de hielo que flota en todo el casco polar del Ártico, entonces estás en las manos de un escritor que no sólo es ignorante e insensible, sino que también se merece un premio como el más ilustre idiota de Hollywood.

¿Será posible que exista una película tan estúpida?

Aunque no lo creas esa película existe y se titula G. I. Joe, el origen de Cobra. Es sobre un grupo de soldados escogidos por los países más poderosos del mundo por razones que el guión muy sabiamente decide ocultarnos. Ahora bien, si estas naciones se han unido para crear un comando élite con sus mejores hombres y mujeres, entonces, ¿quiénes son los enemigos de esta unidad especial? Los escoceses, por supuesto. Uno de ellos es McCullen, un científico loco con la cara desfigurada y cuya familia tiene una trifulca en contra de la humanidad desde hace siglos.

Para efectuar una venganza en nombre de un antepasado que sí se merecía el castigo que le impuso la justicia, y por otras razones tan insensatas e improbables como esta, el resentido escocés ha creado nanorobots, una especie de plaga microscópica verde que puede comerse la Torre Eiffel con tanta rapidez y precisión que esta cae exactamente sobre la cámara de cine mientras turistas norteamericanos corren hacia los lados para no golpear la cámara, la cual finalmente es aplastada por una avalancha de modernos efectos digitales.

Afortunadamente, esta película de acción no es tan seria como lo sugiere la historia de un científico loco con el poder para destruir la tierra, porque los productores han contratado a Marlon Wayans, un comediante negro que se especializa en hacer películas que se mofan de películas estúpidas. Quizás es una estrategia para hacerle creer al público que esta no es una película estúpida sino la inteligente sátira de otra. Lamentablemente la estrategia no funciona porque los tres escritores de G. I. Joe se han tomado la historia demasiado en serio como para reírse de su propio material. Al parecer, dos cabezas piensan mejor que una, pero tres no tienen la capacidad de pensar en lo absoluto.

Y para que nadie diga que no hay un elemento racista en la idea de darle a Wayans el papel del negro chistoso, se ha incluido a la preciosa pelirroja Rachel Nichols para que se enamore de él… pero no porque es negro… ¡oh, no!, por supuesto que no, sino porque, bueno… Wayans es simpático, o sea, un negro pero de los chistosos. Si no fuese así, la pelirroja se habría enamorado del otro negro, Adewale Akinnuoye-Agbaje, que es más negro, más grande y… bueno, el nombre lo dice todo.

Cuando es visible, Rachel Nichols viste un traje que se ajusta acentuando los puntos más sensuales de su cuerpo, incluyendo las piernas, la espalda, las caderas, el vientre, la cintura, los muslos, los pechos, los hombros, el cuello, los tobillos, las rodillas, las axilas, los codos, los omóplatos, las costillas... ¡Uh!... ¡Ah!... ¡Uff!... Sin duda, esto es algo que excitará enormemente a los varones mayores de 12 años. Pero en sus escenas de combate, Nichols usa un traje que la hace invisible, lo cual excitará sin medida a los niños menores de 12 años mientras imaginan qué genial sería tener un traje así... ¡Uh!... ¡Ah!... ¡Uff!...

Por cierto, aparentemente el actor principal de la película es Joseph Gordon-Levitt, pero francamente no recuerdo porqué. Tal vez porque de todos los miembros del reparto, él es el que más se parece a los muñecos de plástico que inspiraron esta película dirigida por Stephen Sommers, un hombre que sí sabe cómo dirigir a sus actores como si fuesen muñecos de plástico.

Rachel Nichols y Marlon Wayans

Originalmente publicada en Avalorama, San Salvador, 2009.

© 2009, Jorge Ávalos.

El transportador 3

Coqueteando con el desastre



El transportador 3 o Le Transporteur 3 (2008, Francia, 104 minutos)
Dirección: Olivier Megaton
Guión: Luc Besson y Robert Mark Kamon
Basada en los personajes creados por: Luc Besson
Fotografía: Giovanni Fiore Coltellaci
Edición: Camille Delamarre y Carlo Rizzo
Música de: Alexandre Azaria
Elenco: Jason Statham como Frank Martin; Natalya Rudakova como Valentina; François Berléand como el inspector Tarconi; y Robert Knepper como Johnson.


En cada una de las tres entregas de El Transportador me asalta la misma duda: ¿Por qué los mafiosos de la película tienen que contratar al perfeccionista, insoportable e inmanejable Frank Martin para transportar un paquete que ellos, con todos sus hombres, podrían manejar por sí mismos? Es verdad que Martin puede hacer peripecias increíbles: conduce su automóvil entre dos camiones con sólo dos llantas y salta un puente para caer sobre un tren en movimiento. Aún así, la reputación de Martin debería ser su maldición. Si al final de cada uno de sus trabajos, él acaba destruyendo a las organizaciones criminales que le contratan, ¿por qué lo siguen buscando?

El Transportador 3 empuja ese desafío de la lógica a su más insensato extremo. En esta entrega de la serie, Martin es obligado a trabajar con una organización criminal transnacional. No es que no haya nadie más para hacerlo. De hecho, esta organización criminal parece tener recursos humanos inagotables. En una ocasión, Martin se sale de su ruta y de inmediato una docena de matones son despachados para obligarlo a continuar con su viaje. Martin los hace añicos con una técnica de artes marciales que apenas vemos por la rapidísima edición de esta secuencia, pero ¿por qué pelear contra ellos, si al fin y al cabo debe continuar con su viaje? En este punto de la historia resulta aún más intrigante mi pregunta original, ¿por qué es él el hombre elegido para llevar a cabo la misión cuando se pudo haber utilizado a esta docena de mafiosos para escoltar el “paquete”?

Lo más curioso de El Transportador 3 es que uno de los personajes señala la idiotez general de la premisa central. Johnson, el mismo que lo obligó a hacer el trabajo, llama a Martin por teléfono y le dice: “Cualquier idiota puede transportar un paquete, sólo se necesita una licencia de manejar. Así que estás despedido”. ¡Da! Pero, ¿qué hace Frank Martin? Tras perseguir a su propio carro en una bicicleta, cruzando ventanas, rompiendo paredes y saltando sobre las mesas de una maquila, Martin regresa a su automóvil, se deshace del nuevo transportista y continúa con el viaje. Obligadamente, por supuesto. Porque hay un detalle que habría que mencionar: Martin no puede alejarse más de 25 metros de su Audi porque tiene un brazalete conectado por medio de un transmisor que explotará si lo hace.

La idea de un brazalete explosivo parecería razón suficiente para crear toda una gama de oportunidades para el suspenso, la tensión o la acción, pero como se nos demuestra una y otra vez, no es así. Al parecer se pueden hacer muchas cosas a una distancia de 25 metros de un vehículo. Martin se detiene, le echa gasolina al automóvil, visita a un amigo, hace llamadas, entra a un taller automotriz y usa el Internet para hablar con un inspector de policía. Incluso hace el amor a 20 metros de su famoso Audi después de llevar a la muerte a dos hombres ineptos que dispararon contra él intentando rescatar al “paquete”.

Ese “paquete” que necesita ser transportado de Marsella a Odessa es Valentina, quien ha sido secuestrada para chantajear a su padre, el ministro de Medio Ambiente de Ucrania. Utilizar como “paquete” a una joven bella, inocente y lamentablemente estúpida en las tres películas de El Transportador es ya un insulto a la inteligencia. Todos estos “paquetes” visten minifaldas y tienen largas piernas. La primera fue morena, la segunda asiática, y ésta, interpretada por Natalya Rudakova, es pelirroja, pecosa y preciosa. Rudakova podría haber iluminado la serie con su fresca presencia, pero el guión degrada a su personaje y lo reduce a una pieza ornamental: Valentina es una belleza consentida y caprichosa pero demasiado infantil para ejercer con plenitud la sensualidad que se le atribuye (la mujer con cuerpo de modelo y mente infantil es una constante en todas las películas de Luc Besson).

El vasto territorio recorrido por esta entrega, con sus escenarios internacionales y su intriga política, prometían una incursión geográfica y temática al territorio narrativo de las series de alto espionaje, como las de James Bond o las de La Identidad Bourne. Craso error. El traje le queda demasiado grande al guión y al director, Olivier Megaton. En lugar de profundizar en la historia, o de elevar la apuesta de la acción con una idea de lo que realmente está en juego, se nos ofrecen indicios reprimidos de violencia y de sexualidad. En ese sentido, la escena más perturbadora la tiene Rudakova, cuando después de consumir éxtasis y beber vodka se agacha en el pasillo de una tienda para orinar. Qué chica tan graciosa: en el transcurso de la historia más de una veintena de hombres arriesgan y, en algunos casos, pierden sus vidas por ella, pero aún así nunca parece tener verdadera conciencia de que ha sido secuestrada y de que está bajo una constante amenaza de muerte.

La primera entrega de El transportista nos ofreció un personaje plano y mecánico en una historia con una premisa ilógica, pero Jason Statham es un actor intenso y fascinante, y la película en sí tenía suficiente energía y originalidad para entretener. De hecho, la absurda premisa contribuía a la diversión, y las exageradas y fantásticas escenas de acción tenían altas dosis de comicidad. Pero en El Transportador 3, sin ese sentido del absurdo no queda más remedio que tomar en serio las escenas de acción, pobremente concebidas y ejecutadas por Megaton.

Consideremos, por ejemplo, este detalle: el Audi de Martin es a prueba de balas; de hecho, las balas no le hacen un rasguño ni a las ventanas ni a la carrocería, pero en dos ocasiones, Martin rompe esas ventanas de una patada. ¿Debemos inferir que él es más rápido y fuerte que una bala? En otra escena, Martin cae en un río, y utiliza el aire de las llantas para inflar un par de canoas que elevan el automóvil a la superficie; ahora bien, si un par de llantas tenían suficiente aire para sacar el vehículo del agua, ¿por qué el aire de las cuatro llantas no fueron suficientes para mantenerlo a flote? Distraído por el aburrido guión, comencé a notar estas cosas a cada giro de la historia, y al final no me quedó más que el cansancio de haber tolerado una interminable lista de torpezas.

Natalya Rudakova es una niña muy mala en El transportador 3


© 2009, Jorge Ávalos.

A la sombra de La Matriz

Precursores e imitadores de The Matrix



La aparición de la película The Matrix, de los hermanos Wachowski introdujo una mitología cautivadora y un imaginario que fue ampliamente imitado desde el principio. Por supuesto, no han faltado las parodias de las escenas de artes marciales en un número de comedias: Scary Movie (2000), Shrek (2001), Cats & Dogs (2001), Kung Pow: Enter the Fist (2002), Austin Powers in Goldmember (2002) y Without a Paddle (2004). Aunque The Matrix no fue la primera película en introducir la noción de un mundo virtual construido por medio de un sistema de inteligencia artificial, sí fue la mejor y la única que ha marcado la cultura popular. El primer antecesor importante fue, de hecho, la primera película en utilizar efectos digitales: Tron (1982). Un segundo antecesor, no menos importante para The Matrix fue la película de anime japonesa The Ghost in the Shell (1994), que influyó enormemente la estrategia visual de la película de los Wachowski, al punto de imitar algunas escenas y de utilizar un arco narrativo similar.

De todos los precursores de The Matrix, sólo hay dos películas que podrían muy bien ser obras maestras. La primera, sorprendentemente, provino de España: Abre los ojos (1997), de Alejandro Amenábar. La segunda es la maravillosa parábola de Alexander Proyas Dark City (1998); hay paralelos indiscutibles entre esta última y The Matrix e, irónicamente, para la producción de esta última se utilizaron escenarios descartados de Dark City. La mayoría de las películas que incursionaron en el tema de realidades virtuales antes de The Matrix no fueron muy buenas: Mindwarp (1991), The Lawnmower Man (1992) y su secuela Lawnmower Man 2: Beyond Cyberspace (1996), Arcade (1994) y Virtuosity (1995). De forma casi paralela a The Matrix se produjeron dos películas interesantes pero fallidas: eXistenZ (1999) y The Thirteenth Floor (1999); sin embargo, la primera de estas dos es una incursión de David Cronenberg en el género que explora con elementos surrealistas aspectos filosóficos de la existencia humana, y esto le supone un interés especial; si eXistenZ no es recordada como una gran película de ficción científica, sí será recordada como parte integral de la obra de Cronenberg.

Hablando de Cronenbrerg, en algún momento yo pensé, honestamente, que el interés por los temas existenciales expuestos en The Matrix podría haber influido en la formulación de películas de ficción científica más interesantes, sobre todo dentro del campo de la realidad virtual. Hasta ahora esto no ha sucedido. En cambio hemos visto la aparición, un año tras otro, de películas asombrosamente mediocres que están más interesadas en imitar las secuencias de acción de The Matrix que en cualquier otra cosa. La serie francesa El transportador, sin pertenecer al género de ficción científica, sigue esta línea del uso recurrente y fantástico de escenas de acción en la que se combinan de forma absurda el uso simultáneo de armas y artes marciales. En The Matrix esto tiene sentido, porque Neo y sus compañeros son tan rápidos que sus movimientos coreográficos más bien responden a la necesidad de evadir las balas enemigas mientras ellos mismos disparan; el dominio de la mente sobre la realidad virtual justifica la combinación del uso de las armas y de las artes marciales. Pero en la reciente avalancha de películas de acción, la introducción de armas de fuego denigran el género.

Cinco películas recientes imitan The Matrix de una manera o de otra. Todas son olvidables y con excepción de una, todas tienen fallas de lógica y un pobre nivel intelectual. En algunos casos parecen orientarse hacia el mundo de mutantes que puebla la serie X-Men, pues los protagonistas poseen poderes sobrenaturales que si no los explica la vida en un mundo virtual, sólo pueden ser atribuidos a fenómenos humanos que subvierten las leyes de la física: The one (2001); Equilibrium (2002); Jumper (2008); Wanted (2008); Push (2009). De estas cinco, sólo Equilibrium, dirigida por Kurt Wimmer, es interesante porque, más allá del uso exagerado de las armas de fuego, se atreve a explorar temas de libertad humana con una premisa levemente interesante: si el origen de los males humanos proviene de la emocionalidad humana, ¿por qué no suprimir las emociones? John Preston (Christian Bale), es un “oficinista” que cuida la supresión de emociones y de los productos que las incitan: el arte, los libros, la música. Hay algo de Farenheit 411 en esto, y algo de Un mundo feliz, y algo de 1984. Y si se le compara con Aeon Flux descubrimos que existe una preocupación política por la libertad y por los usos de la rebelión en la ficción científica contemporánea.


© 2009, Jorge Ávalos.